La campaña publicitaria de Self Bank es divertida y significativa:
Un futbolista famoso cuenta que, de chico, sus papás le decían: de hacer cascaritas no vas a vivir. Bueno, ha vivido del fútbol ganando millones de dólares, ha invertido en escuelas de fútbol, en mansiones, en negocios y sigue creciendo.
“No puedes permitirte no ahorrar” es el slogan de la campaña.
También este personaje puede perder todo su dinero en una vida disoluta, porque gastar es lo más fácil que hay.
Invertir nos da ganancias. En bienes raíces, en negocios, en instituciones financieras. Un banco ofrece intereses sobre el dinero acumulado (inversión), lo cual “pone a trabajar” nuestro dinero y así crece de manera exponencial.
Enseñar a los niños desde pequeños a adquirir el hábito del ahorro, asegura que asimilen esta virtud valiosa y que obtengan sus beneficios.
No se requiere grandes esfuerzos para construir prácticas triunfadoras en nuestros hijos, se trata de un asunto de método, disciplina y rutinas eficientes.
Hablar del manejo del dinero es igual que hablar de otros valores como la amistad, el trabajo en equipo, la generosidad. Si solo se habla de crisis y carencias, y/o se aplican presión e imposición, la enseñanza se disuelve y termina siendo una creencia destructora.
Si queremos que nuestros hijos tengan mayores posibilidades de éxito profesional y buena calidad de vida, respetuosa de la comunidad y el planeta, vivamos en el hogar con estas cinco enseñanzas:
- Tener siempre la disciplina de ahorrar la cuota diaria y mensual que hayamos definido. Un ahorro pequeño se convierte en un gran capital con el tiempo.
- No gastar el dinero ahorrado en algo que no se haya definido con anticipación.
- Aumentar la cuota mensual si es posible, con la certeza de que contar con un fondo sólido nos ayudará a enfrentar momentos difíciles.
- Encontrar nuevas formas de ahorro, transformando nuestro estilo de vida hacia menos necesidades y más desarrollo físico, mental y espiritual.
- Tener claro que no podemos permitirnos no ahorrar.
Fuente: Marcelo Duque y Valeria Arellano